miércoles, 19 de septiembre de 2018

MI DODGE DART 1975 (II PARTE)



Mi Dodge Dart 1975(II Parte)


    
        Aquí es donde llego yo!. Creo fue el año de 1988 pero si recuerdo bien cuando junto a mi madre esperábamos la nueva adquisición hasta que llego, era una Dodge Aspen Wagon Especial Edition 1978 color verde y bueno digamos que no en muy buen estado general que yo incluso con la edad de 6 años lo podía apreciar. Lo primero que me gusto fueron los rines de “Magnesio” (de lo demás no entendía mucho) muy famosos en años atrás, tapicería (o lo que quedaba) de color marrón y supongo que la original siendo una camioneta de aproximadamente 11 años, vidrios eléctricos que funcionaban unos más que otros, en pocas palabras requería mucho trabajo.           
        Asumo que en lo primero que se trabajo fue en el motor que muchos años después mi padre me dijo que solo la llego a anillar, el motor estaba “standard”, tengo en la memoria grabada perfectamente su módulo original de encendido (entiéndase para los llamados “puristas”), también le fueron reemplazados los rines de magnesio por rines convencionales de acero y posteriormente sus respectivas tazas Dodge, lo rines de magnesio siempre los extrañe aunque no estaban el juego completo, pero mi padre me explico que ya presentaban desgaste en los orificios de los espárragos y representaban un riesgo al manejar. Fue latoneada y pintada en un verde que para el momento era el verde utilizado por un conocido partido político en Venezuela, lo que origino más de una confusión en la calle tanto así que muchas veces fuimos confundidos con integrantes de caravanas partidistas en esos años de elecciones.

 Mi Papa y Mi Abuela junto a "La Perica" 
 San Felipe Edo. Yaracuy. Venezuela.
año 1991-1992

            La parrilla original estaba bastante deteriorada pero al mi padre ser mecánico conocía a las personas necesarios para hacer reparaciones eléctricas, mecánicas y estéticas entonces conseguir a alguien que fabricara una parrilla muy semejante a la original pero en materiales metálicos no fue gran problema, y hasta donde mi juicio de niño me permitía entender y según comentarios de terceros había quedado muy muy bien.
            Durante todo ese proceso comenzó mi propio proceso por decirlo de alguna forma; esperaba con emoción los domingos para lavar o bajar a hacerle algo a la “camioneta” y que con el tiempo y su llamativo color también fue conocida como “La Perica”, ahí comencé pues como todo niño pequeño a conocer las partes del carro y a llenarme de grasa recogiendo tornillos mientras iba aprendiendo mecánica, típico era recibir algún llamado de atención o regaño por ensuciarme de más o también el eterno problema de identificar los numeritos de las llaves cosa que ahora me da es gracia.
            Paralelo a eso mi papa recupero un “viejo amor” que tuvo y que había vendido años atrás a un tío de la familia, una Volkswagen Brasilia color verde militar que desconozco el año (también tenía unos rines bien bonitos). Se la compro de nuevo a el tío que la tenía accidentada por mucho tiempo y comenzó el proceso de repararla, ciertamente no era de mi agrado, era muy ruidosa incomoda y lenta pero a mucha gente le encantaba. Un recuerdo de ella fue cuando la fuimos a buscar luego de ser pintada, subiendo en dirección a Los Teques por vía de la “Mariposa” si bien recuerdo a la altura de “San Diego” boto un humero blanco y al bajar mi papa a revisar le pregunte: ¿Qué paso? Y la respuesta fue “se fundió”.
            Mi papa fue mecánico del concesionario Volkswagen en los años 70 ubicado en “Los Cortijos” (corríjanme en los comentarios de abajo si me equivoco de lugar), y simplemente verlo con los brazos cruzados y decir “se fundió” fue desconcertante y sobre todo cuando a esa edad crees que tus padres pueden arreglarlo todo. Lo mejor y más sabroso de ese día fue mientras la bajaban de la grúa en un taller ubicado en las Mayas comerme un rico helado de esos que se llamaban “Bati Bati”, creo eso fue entre los años 1990 y 1991.

Volkswagen Brasilia (foto referencial).

            También recuerdo y muy bien los viajes a “Colombia” desde “Los Teques Venezuela”, era ver todo el proceso de meses poniendo a punto todo en “La Perica” para salir de viaje, eran como 10 horas saliendo desde bien temprano y llegando a horas de la tarde. En uno de los viajes vi claramente como justo al entrar en el túnel de “La Cabrera” en la autopista “Regional del Centro” en lo que eran me imagino un poco más de las 5 am, encender una luz roja en el tablero y escuchar a mi papa decir “está fallando el alternador” (típico niño siempre pendiente de todo lo que hacía el que iba manejado), paradójicamente era uno repotenciado de mayor amperaje y que me imagino como siempre pasa con los repuestos eléctricos el regulador, diodera o algún otro elemento a pesar de nuevo falla (los repuestos eléctricos no tienen garantía). Fue cambiado rápidamente entre mi hermana mayor y mi papa que como siempre prevenido cargaba el viejo alternador, teniendo casi siempre 2 refracciones de cada pieza que pudiera dañarse, hasta un arranque adicional y un distribuidor llego a tener, fue un rato no muy ameno pero que pudimos sortear.
            Era muy divertido y cómodo viajar en “La Perica”, espaciosa por dentro, maletas arriba (que en más de una vez requirió de parar para ajustar los amarres o llegar con la ropa mojada) y un agradable y bien entonado motor 318. En uno de esos viajes pasamos por una junta de dilatación de un puente por alguna parte de “Barinas” digamos que con cierta velocidad que al inmediatamente pasar todo comenzó a temblar, se podrán imaginar la frustración de todos sobre todo la de mi papa. También recargando gasolina en “San Cristobal” bajo lo que los venezolanos llamamos un “Tremendo Palo de Agua”, al parecer la tapa de gasolina no quedo bien ajustada perdiéndola en el trayecto y que gracias a los 8 cilindros del 318 pudimos llegar a “Cúcuta” por qué la falla al llenarse el tanque de gasolina con agua fue bastante fuerte.
            En uno de esos viajes se aprovechó para realizar el trabajo de tapicera en semi-cuero y tela de color marrón, quedando excelente, lástima que poco tiempo después transportando unos materiales para unos arreglos en la casa la silla del pasajero fuera dañada por un lateral. Por ahí hay más cuentos de esos viajes pero en este momento no recuerdo o quizás sea muy extenso contarlos.
            Accesorios, “La Camioneta” era Edición Especial, de esas que traían vinilo en los laterales emulando madera (detalle que nunca se legro restaurar), vidrios eléctricos en las 4 puertas que incluía el mando en la puerta del conductor para operar todos los vidrios, reloj en el tablero, aire acondicionado, retrovisor ajustable desde adentro, apoya brazo centralizado en las sillas delanteras y alguna que otra cosa que no recuerdo. Aire Acondicionado, una maravilla para mi, recuerdo que fue reparado en el antiguo taller de Fresh Car en la zona industrial del Tambor en Los Teques, eso fue todo un avance. Mi papa al ser fanático del buen sonido llego a instalar muchos “Radio Reproductores y Ecualizadores” muy divertidos con muchas luces y botones obvio que llegó a tener cornetas Bohem y Pioneer todo típico de la época. También llego a tener seguros eléctricos adaptados por mi papa pero que yo me encargue de “quemar” hasta aquí hablo de accesorios.
            “La Perica” es muy recordada por amigos y familiares, se realizaron muchos viajes en ella y siempre saltaba a relucir por su color y por lo recuperada que llego a estar, en ella llegue a medio manejar por primera vez como con 10 años (movía el volante mientras mi papa aceleraba y frenaba), aprendí mis primeras nociones de mecánica y en general es un bonito recuerdo en mi vida.

Fiat Ritmo (foto referencial).

            Pasaron los años y el cuento fue que estando estacionada en una calle del “Barrio Obrero” en San Cristobal un camión sin frenos choco contra “La Perica” dejándola inservible, en parte de pago se dio un Fiat Ritmo año 88. Estos 2 carros fueron el preámbulo de lo que tiempo después sería mi primera aventura automovilística un Dodge Dart Sport 1978.

“Del Pasado lo único que vale recordar son las cosas buenas”


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